Como mujer, los años han pasado por mi vida sin que con ellos haya cambiado en absoluto mi conciencia de luchadora: luchadora por la emancipación de la humanidad, por una idea más completa de solidaridad, por los grandes cambios con justicia y, por supuesto, por una igualdad real donde se incluya la presencia de la mujer y la visión feminista.
En este 8 de marzo del 2008, como mujer occidental, revindico la memoria de todas aquellas mujeres que cada día se enfrentan a nuevos obstáculos y dan lo mejor de sí luchando sin descanso y sin flaqueza por la libertad de su pueblo en los distintos conflictos armados que se asumen en el mundo.
La causa de esta lucha, que no es sino el ataque frontal del imperialismo frente a formas de vida y de costumbres por el territorio o por el dinero negro, se les impone frente a una necesidad de normalidad, algo que despreciamos en nuestros países de bienestar. Mujeres morenas, mujeres blancas, campesinas, indígenas, criollas, mujeres del desierto…mujeres insurgentes, que con valor innegable y gran capacidad de decisión y de trabajo son el ejemplo del papel fundamental que desempeña la mujer en la ejecución y elaboración de los planes estratégicos para la victoria de toda resistencia civil y de todo levantamiento popular.
Estas mujeres, sostén de comunidades enteras, han tomado y actualmente toman las armas por causa de opresión y muerte, y nadie se hace cargo de qué ocurre con sus vidas desde ese momento. Son mujeres con nombre y apellidos que la historia in visibiliza. Sólo conocemos la lucha y resistencia de sus compañeros, pues la posibilidad de resistir en un conflicto armado sigue siendo aún considerado como una función únicamente de los hombres. Sin embargo, al margen de la discriminación que supone la “revolución masculina”, las mujeres siguen resistiendo y renunciando a su propia libertad por redimir a su pueblo de las cadenas de la opresión y la masacre.
¿Quién nos ha contado el papel que juegan las mujeres palestinas en el conflicto palestino-israelí a raíz de la ocupación? Un conflicto que llevó a muchas mujeres jóvenes a unirse a las filas del movimiento de resistencia cuando el conflicto se hizo más intenso y se reclutó a hombres jóvenes para llevar a cabo operaciones militares contra objetivos israelíes. Muchas de ellas, acabaron autoinmolándose por la causa.
Pero vayamos más atrás.
Micaela Bastidas, Manuela Beltrán o Bartolina Sisa, fueron líderes de la sublevación y resistencia indígena junto a sus compañeros en distintas épocas del siglo XVIII; incluso fueron asesoras de Tupac Katari o Tupac Amaru. Tomaron verdadera conciencia y asumieron una profunda convicción de luchar por la emancipación definitiva de las comunidades originarias. Todas ellas fueron posteriormente ejecutadas brutalmente por el régimen que las oprimía. ¿y quién nos habla de ellas?....
A lo largo de la historia de Latinoamérica encontramos mujeres que han seguido la idea de sus compañeras, como Celia Sánchez, participante activa de la revolución cubana que fue una de las primeras mujeres en participar en combate o Tamara Bunke, mujer de referencia en la resistencia boliviana de los años 60.
Otro ejemplo, nos lo dan las mujeres que se unieron a la resistencia republicana durante la sangrienta guerra civil española, como Lina Odena o Rosario Sánchez. Éstas milicianas soportaron la carga de la educación machista y la desigualdad frente a sus propios compañeros, muchos de los cuales creían que las mujeres no debían estar al frente. Sin embargo, ellas actuaron motivadas por su conciencia política y social y consiguieron luchar hasta que sus propios compañeros ”revolucionarios” les negaron su derecho de pelear en primera línea de combate. La labor de las milicianas en el frente no se limitó exclusivamente a combatir. Estas también desempeñaron tareas auxiliares de soporte y asistencia. En muchas ocasiones eran las encargadas de controlar los abastecimientos de víveres, armas y municiones.
Ante esta crítica al rol que la mujer debiera tener durante los conflictos armados, es decir, frente a lo que conocemos como la feminización de los desastres de la guerra, quiero destacar el hecho mismo de la necesidad de la unión de fuerzas de mujeres y hombres para combatir la injusticia en el desempeño de las mismas funciones, así sean éstas desarrolladas en la retaguardia o en combate. Hagamos una conversión conjunta de la abstracción producto de la perspectiva masculina y descubramos cómo la mujer, hoy por hoy, ya no sólo se enfrenta a los conflictos armados cuerpo a cuerpo, sino que asiste a la elaboración de las distintas perspectivas de paz y es además la que alienta y sustenta el trabajo y la lucha en los muchos de los movimientos sociales de base cuando las circunstancias las hace protagonistas de la resistencia.
Desde esta parte del mundo, no os olvidamos.
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